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RETO: Entrenamiento con electroestimulación para Cruzar el Estrecho de Gibraltar nadando

Hace poco tiempo, un chaval llamado Jorge se puso en contacto conmigo porque quería comprar un electroestimulador compex.

En las notas del mensaje dejó escrito que tenía un reto personal; quería cruzar el Estrecho de Gibraltar nadando.

Este reto no solo destacaba por la magnitud de la hazaña en sí, que ya era meritoria, sino porque Jorge llevaba consigo una lesión que había minado su confianza. Sin embargo, estaba convencido de que esta travesía sería el medio para recuperarla.

Te invito a sumergirte en la historia de Jorge. Aunque es un relato extenso, he optado por mantenerlo intacto, sin modificar ni un punto ni una coma. Vale la pena leer sobre cómo un hombre que confía en sí mismo y actúa de manera correcta, puede superar cualquier desafío que se proponga, incluso a pesar de las adversidades como una lesión.

Espero que disfrutes de esta inspiradora narrativa.

Sé Feliz

Pedro García

 ———————————-

¡¡HOLA A TODOS!!

Mi nombre es Jorge Aranda; a continuación voy a relatar mi pequeña experiencia en ese desconocido y  gran mundo de la electroestimulación, gracias al cual he conseguido optimizar mis entrenos y poder lograr ese gran reto que me propuse, cruzar a nado el estrecho de Gibraltar, desde Tarifa (España) hasta el continente africano.

Breve Currículum deportivo y comienzo de la historia del reto

Actualmente  tengo 30 años; dejé la natación hace unos 4 años cuando entrenaba 5-6 días a la semana, era un nadador de distancias medias y largas, con resultados a nivel regional (campeón de Aragón en numerosas ocasiones), participaciones en campeonatos nacionales, incluso en  edades de infantiles y junior llegué a ser subcampeón de España en pruebas como 1500 metros libres, 400 libres, 400 estilos o 200 mariposa.

A los 26 años por motivos laborales y organizativos dejé de nadar, de entrenar y de hacer deporte. Lo dejé por completo. 

El resultado no fue otro que engordar, comenzar a coger kilos y perder mi tan preciado estado de forma, tanto me abandoné que de 72 kilos que pesaba cuando dejé de entrenar, me puse en 87 kilos (que yo tenga constancia encima de la báscula).

Fue en una boda de una amigo en Septiembre del año pasado donde vi que tenía que perder peso y empezar a ponerme en forma. El traje que llevé para la boda de mi amigo me iba justo, muy justo, tanto que en el segundo plato del convite me saltó el primer botón del pantalón y en la barra libre acabé por reventar el segundo botón del pantalón (gracias a un misericordioso cinturón que llevaba puesto para decorar mi tan esbelta silueta, que sino acabo la boda en calzoncillos…). 

A raíz de esto me dije, hasta aquí hemos llegado

Comencé de nuevo a entrenar (nadar) poco a poco, hasta que a finales de Diciembre del 2011, animado y motivado por unos amigos, nos retamos cruzar el estrecho de Gibraltar a nado en 2012. 

Esa tan celebre y varonil frase de “no hay güevos” había que llevarla hasta sus últimas consecuencias.

Así que a través de la ACNEG (Asociación de Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar) que dirige Rafael Gutiérrez y que tiene sede en Tarifa, un 5 de Diciembre de 2011 reservamos fecha para llevar a cabo el cruce a nado del estrecho, quedándonos con la primera semana de Octubre de 2012.

Dicho y hecho, sobre la primera semana de octubre de 2012 tendría lugar el reto, cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar.

Preparación para cruzar nadando el estrecho de Gibraltar

Mis 2 amigos por motivos personales renunciaron a cruzar el estrecho a nado este año.

Yo, tras mucho meditarlo, me dije, ahora o nunca… aunque fuera solo.

Decidí entrenar hasta finales de Abril con el equipo de natación, participando en campeonatos de Aragón, ligas regionales y trofeos de natación y como era de esperar no lograba las marcas que tenía antaño ni los resultados, pero mi estado de forma comenzaba a mejorar y poco a poco volvía a mi peso.

En mayo, decidí tomarme unas vacaciones y concederme unas semanas de descanso, ya que mi hombro derecho se encontraba afectado y bastante deteriorado debido a la carga de entrenamientos y a una caída que había tenido unos meses atrás. Dado que el dolor persistía, antes de mi viaje, me sometí a una resonancia magnética del hombro. Para mi sorpresa, el informe reveló una lesión en mi hombro derecho: “rotura SLAP tipo II y tendinosis del bicipital más bursitis subacromial”. Traducido del lenguaje médico, esto implicaba una desinserción de la porción larga del bíceps a nivel del hombro, acompañada de una inflamación de la bolsa sinovial.

Así que llegado junio, y a punto de empezar la preparación para cruzar el estrecho nadando, me veía con una lesión.

Tras consultar con un traumatólogo de confianza, fui examinado y recibí la autorización para continuar con mis entrenamientos, aunque con una estrecha supervisión por parte del fisioterapeuta. El médico consideró que podía entrenar a pesar de la lesión, pero señaló que debía tener precaución al realizar largas distancias en el agua, ya que eso provocaba dolor significativo en mi hombro y en toda la musculatura circundante. Aunque se me permitía nadar, se recomendaba evitar volúmenes extensos de entrenamiento.

Y ahora… ¿Como preparaba yo el cruce a nado del estrecho sin hacer grandes volúmenes de entrenos en el agua?

Este fue mi momento de mas bajón en mi particular reto. Incluso estuve a punto de abandonar.  

Cruzar el estrecho a nado sin poder nadar mucho… ¿Eso será posible?

¿Qué puedo hacer para controlar dolores de espalda y hombro?

¿Como “coño” (perdón por la expresión, pero es lo que pensé) preparo yo esto del estrecho sin poder hacer grandes volúmenes de metros sin que me duela la espalda y el hombro?

Electroestimulación, el entrenamiento invisible de gran ayuda

Fue entonces cuando un compañero del trabajo, recién operado de su ligamento cruzado de la rodilla, me habló de usar un electroestimulador muscular, un aparato que “daba unas corrientes” y que le ayudada en la recuperación muscular de su cuádriceps atrofiado tras la operación.

Empecé a investigar por internet y descubrí  la web https://www.electroestimulaciondeportiva.com/.

Me puse en contacto con Pedro García, le expuse mi reto de cruzar a nado el estrecho y mi lesión, y finalmente tras probar un Compex a través de un amigo, me compré un Compex Performance, que era el que mejor se adaptaba a mis necesidades.  

Tengo que confesar que al principio era muy reacio a esto de la electroestimulación, ya que la mayoría de los testimonios de deportistas que lo utilizaban eran corredores o ciclistas (no había apenas nadadores…).

Pedro me diseño un planning inicial de 4 semanas como toma de contacto en esto de la electroestimulación orientado a brazos, hombros, espalda y tronco superior, y ¿cual fue mis primeras sensaciones con el Compex??

¡¡Pues agujetas!! 

siguiendo las recomendaciones de Pedro, quien me decía que eran las sensaciones normales al empezar en esto de la ENM, continué, dándole toda mi confianza.

Poco a poco veía que en los entrenos de agua empezaba a dar resultado. 

Al comenzar mi preparación del estrecho  en junio, apenas era capaz de hacer de forma continua series de 1000 metros sin acabar con esa “sensación de hombros cansados”.

Pasaron 2, 3, 4 semanas, y las series de 1000 metros se convertían en series de 2000 metros, 3000 metros…7000 metros seguidos, y las sensaciones en los hombros eran muy positivas. El hombro me respondía y mi cabeza empezaba a pensar en positivo, el cruce era posible.

Los fines de semana comencé a nadar en pantanos, en mar, en lagos, para familiarizarme con la sensación de nadar en aguas abiertas; travesías populares, nado en aguas frías en el Pirineo…

Y llegaron la 5ª, 6ª y 7ª semana de preparación (agua más Electroestimulación) y me di cuenta que el electroestimulador era imprescindible para mi preparación.

No solo complementaba mis entrenos del agua, sino que me ayudaba en la recuperación de los entrenos y tiradas largas de nado.

No todo fue de color de rosa

No os voy a engañar.

De vez en cuando mi hombro me decía “Ey, que estás lesionado”, y tras los largos entrenos de agua tenía dolores e incomodas sensaciones en hombro y espalda.

Se lo comuniqué a Pedro y me modificó el planning para equilibrar el entrenamiento con la recuperación.

Seamos realistas, me iba a dormir con dolores pero amanecía sin ellos, lo que me permitía seguir entrenando al día siguiente como si nada.

Insisto, mis dolores no desaparecieron por completo, pero si disminuyeron lo suficiente como para permitirme entrenar y descansar, que no es poco.

Sería ingrato por mi parte, no dar las gracias a Dani, mi fisio, quien también aporto su “granazo” de arena.

Las semanas pasaban y me sentía preparado: el estrecho de Gibraltar me esperaba

Y junio pasó, y julio, y agosto.

Llegó septiembre y con él la decisión de someterme a una prueba para evaluar mi preparación para el cruce del estrecho.

Me dirigí a un pantano en las afueras de Zaragoza, el Pantano de Mequinenza, reconocido por sus imponentes siluros. Allí, nadé de manera ininterrumpida durante 2 horas y 45 minutos. Fue en ese momento cuando me dije a mí mismo: ahora estoy listo. Convencí a mi mente de que era capaz de lograrlo.

El desafío estaba programado para la primera semana de octubre, quedándome aún tres semanas.

Volví a hablar con Pedro, y decidimos emplear la Electroestimulación Neuromuscular (ENM) para afinar aún más mi preparación y llegar al día del cruce en las mejores condiciones posibles.

A pesar de los molestos dolores de espalda, afortunadamente contábamos con programas de recuperación que aplicaba cada día.

Así, llegamos a la última semana de septiembre.

Crónica del Reto; cruzando el estrecho de Gibraltar

E l viernes 28 de septiembre partía para Tarifa.

Tomamos un AVE desde Zaragoza con destino a Sevilla, mi novia y una pareja de amigos me acompañaban.

En Sevilla, alquilamos un coche para dirigirnos a Tarifa.

El sábado 29 llegamos a nuestro destino y notifiqué mi llegada a Rafael Gutiérrez, presidente de la ACNEG.

Él me indicó que estuviera preparado para el día siguiente, el domingo 30 de septiembre.

Ese sería el día de mi desafío.

El domingo 30 me desperté a las 8 horas y desayuné unas tostadas, un zumo y una barrita proteica.

Alrededor de las 9:30, nos encontrábamos en el puerto de Tarifa, a la espera de novedades. El día estaba nublado, con unos 19º y lloviznando.

Rafa apareció y nos informó que esperaríamos media hora más. A las 10, indicó que era hora de prepararse.

Nos acercamos al embarcadero, y procedí a cambiarme. Vale la pena mencionar que, aunque se puede cruzar el Estrecho de Gibraltar con neopreno, el cruce oficial se realiza sin él. Así que allí estaba yo, sin neopreno, con mi bañador de toda la vida.

Me unté generosamente con vaselina y lanolina para conservar mi temperatura en el agua y evitar el frío.

Embadurnado de grasa, me subí a la embarcación que me guiaría durante la travesía.

Después de breves indicaciones por parte del capitán del barco, Antonio, y su hija Cristina, me dijeron: “Ya puedes lanzarte al agua”.

Mi primera sensación en el agua fue ¡frío!

Sin sol, con llovizna, yo en mi bañador “turbopaquetero” y el agua del mar a 18ºC (una piscina cubierta normal ronda los 26-27ºC).

Imaginen mi primera impresión en el agua… ¡qué frío!

Alrededor de las 10:28 de la mañana, me lancé al agua para tocar la roca de Tarifa, desde donde comenzaría la travesía.

Lo que caracteriza este cruce del Estrecho es que sabes dónde empiezas, en Tarifa, en la parte del Mediterráneo, pero no sabes dónde terminarás, ya que no puedes prever las corrientes durante la travesía.

Podías acabar en Punta Almansa, Punta Leona, Punta Cires o incluso en la Isla Perejil.

Corrientes en contra, a favor, olas, barcos cargueros, delfines, ballenas…

entrenamiento para cruzar estrecho a nado

La línea más recta y corta entre Tarifa y Marruecos es de 15 km (hasta Punta Cires).

Para que se hagan una idea, el ferry más rápido que cubre este trayecto lo realiza en unos 40 minutos.

Poco a poco me fui alejando de la costa de Tarifa, y empecé a entrar en calor.

La temperatura del agua gracias a Dios subió de 18º  hasta los 20º máximos que tuve durante el resto de la travesía (exceptuando corrientes breves que se metían de costado a 17º).

No se si por la adrenalina, el ejercicio o por la grasa, no volví a tener frío en toda la travesía. 

Brazada a brazada iba nadando siguiendo a la embarcación que me guiaba por donde tenía que ir (evitando corrientes indeseables que me alejaran de mi objetivo).

En paralelo me iba siguiendo una lancha Zodiac con un socorrista y Bea, mi novia, controlando el tema del avituallamiento y vigilando que tal iba.

La mar dejaba nadar

En la primera hora hice mi primera parada (apenas 1-1:30min). Bebí algo de isotónico y tomé una barrita. A partir de entonces paradas cada 20-30 minutos de nado tomando isotónico, geles, pastillas de biodramina para el mareo y agua.

Y brazada a brazada, un banco de peces en el fondo y en mitad del estrecho me acompañó durante unos minutos (que pena no poder disfrutar de la compañía de delfines).

En la segunda parada, el capitán me dijo: “ya vas por la mitad, llevas muy buen ritmo y la mar se esta dejando”.

Entonces me dije a mi mismo, si, voy fenomenal… nadando cómodo, aeróbicamente sobrado. Hablaba con los tripulantes de las embarcaciones como si no estuviera realizando ejercicio.

En ese momento se abrió el cielo y salió el sol.  Me dije, esto va viento en popa.

El peor momento de toda la travesía

Pero el peor momento estaba por llegar.

Sobre la segunda hora, mi cabeza empezó a mandarme mensajes negativos: “Jorge, te duele el hombro”…”Jorge, te va a doler el trapecio”…”Jorge, vas a tener frío”.

Por otro lado yo me decía a mi mismo, no me duele, no tengo frío y seguía adelante.

Pensamientos negativos fuera de mi cabeza, me dije a mi mismo…

Tierra a la vista, pero todavía lejos

En una de esas veces que levantaba la cabeza para ver el barco guía, vi que el horizonte no era una sombra y que poco a poco se convertía en tierra.

Marruecos estaba al lado. Veía que estaba llegando.

El capital me dijo “vas muy bien, te quedan solo 3 millas y media”

En ese momento me dije a mí mismo ”bien, solo 3 millas y media”. Seguidamente levante de nuevo la cabeza y le pregunté al capitán que cuanto era eso en kilómetros. Me contestó que unos 5 kilómetros.

Ufff, más de una hora y llevaba casi 2 horas y media nadando…¡¡¡cojones¡¡¡ todavía una hora mas??¡¡

Cruce estrecho Gibraltar a nado

Gel, agua, bebida isotónica, pastillica de magnesio…brazada a brazada ya quedaba menos.

Entre tanto, la embarcación guía se encarga de comunicarse con la decena de barcos cargueros que cruzan la “autovía del estrecho” para que desviasen unos grados su rumbo y no me aplastaran.

Y aparecieron los fantasmas del dolor en el hombro

A las 3 horas de travesía comenzó a dolerme el hombro, pero esta vez era el izquierdo, el bueno, no el lesionado.

Nuevamente, me dije a mí mismo que los pensamientos negativos debían desaparecer, y así fue: el dolor se disipó.

Hicimos una parada para estirar dorsales y tríceps, aproveché para liberar un poco de agua menores (una meada), y escuché la voz del capitán que me decía 1 kilometro.

¡¡joder!! 1 kilometro solo…esto esta hecho.

Levante la cabeza y efectivamente, las tierras de Marrueco estaban ahí al lado, a un kilometro.

Aumente mi ritmo ya que iba superbién…iba bien, muy bien. Solo un kilómetro.

Último kilómetro para llegar a Marruecos

¡¡¡Un kilometro y ya esta!!!

El tiempo pasaba y no llegaba por culpa de una mini-corriente en contra.

Finalmente, la embarcación guía giró, modificó dirección, y al levantar la cabeza, ¡¡¡veía ya el final, PUNTA CIRES!!!

Disfrutando esas ultimas brazadas, llegue a Marruecos, hice pie, me levanté en las rocas de Punta Cires y levanté los brazos.

A las 13:56 horas ¡¡¡HABÍA LLEGADO A MARRUECOS!!!

Tras 3 horas y 28 minutos y 17,2 kilómetros nadados. ¡¡¡Había conseguido cruzar el estrecho de Gibraltar!!!

Menos de 3 horas y medía para cruzar el estrecho… es un RITMAZO DE NADO, ¡¡¡IBA NADANDO A UNA VELOCIDAD DE 5 KILOMETROS A LA HORA!!!

Para que os hagáis a la idea del ritmo, en piscina era de 1 minutos 12 segundos los 100 metros… y no me había enterado…

RETO CONSEGUIDO, ESTRECHO CRUZADO

INCREIBLE… mis primeras sensaciones al tocar tierra fueron de alegría inmensa.

Grité un “tomaaaaa” al llegar a la costa. Fue tan alto el grito que un pescador marroquí que estaba cerca se asustó.

Pedí la bandera de Aragón para hacerme una foto en tierras marroquíes pero el Capitán del barco me dijo que ni se me ocurriera (la bandera de Aragón tiene en su escudo 4 cabezas cortadas de moros), y que nos estaban vigilando desde Marruecos.

No era cuestión de crear un conflicto internacional con Marruecos, que no esta el país para sustos.

Tan solo pude disfrutar 5 minutos en Punta Cires (Marruecos), ya que desde la embarcación guía me metían prisa para volver.

Solo fueron 5 minutos, pero los 5 minutos de más satisfacción personal en mi carrera deportiva. 

Me subí a la Zodiac, me abracé a mi novia y nos fundimos en un besico muy  gordo.

Y de la Zodiac a la embarcación guía y vuelta a Tarifa.

Durante la vuelta tenía un hambre atroz. Me zampé 3 donuts, una tableta de chocolate de galletas oreo, un mini de jamón y una botellica de Cava para celebrar el reto.

A mi llegada al apartamento me tuve que dar un baño con Fairy para quitarme la vaselina y lanolina. Agua calentica, yo cansadico… ¡¡me quedé dormido metido en la bañera llena de lavavajillas!!

Y que más me daba… lo había conseguido, me había cruzado el estrecho de Gibraltar nadando y me merecía una siestecica.

cruzar estrecho Gibraltar nadando, Experiencia

Mi opinión sobre la aportación de la electroestimulación

Sin duda, todas esas sesiones de electroestimulación en las últimas 12 semanas habían merecido la pena. Fueron vitales para mi preparación.

La preparación en agua fue fundamental, pero la electroestimulación fue el complemento perfecto para poder tener mis músculos mejor preparados sin entrenar tanto como para recaer en la lesión del hombro.

Y otro punto a favor, la posibilidad de darme un masaje para recuperar cada día después de entrenar.

Sin duda, aumento mi capacidad aeróbica (muscularmente hablando), hizo desaparecer la sensación de cansancio muscular precoz, redujo el volumen de entrenamiento y la posibilidad de lesión, y me ayudo a recuperarme tras esfuerzos intensos.

Añadir también que Pedro García me orientó en el tema de la nutrición y también la electroestimulación…sin duda fundamentales.

Gracias por esos consejos nutricionales y suplementos que me ayudaron a recuperar más rápido.

Una cosa es nutrición general y otra cosa nutrición deportiva.

La electroestimulaicón funciona.

Hay que tener paciencia y sobre todo, hacerlo bien.

Si cumples estas dos reglas, sientes cómo tu cuerpo va poco a poco a más. Más fuerza, menos cansancio muscular.

Mil gracias Pedro, tu figura ha sido importantísima en mi preparación.

Gracias, porque en cada email que recibía tuyo, me transmitías seguridad y confianza.

Mil Gracias.

¡¡RETO CONSEGUIDO!!

JORGE ARANDA LOZANO

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6 comentarios en «RETO: Entrenamiento con electroestimulación para Cruzar el Estrecho de Gibraltar nadando»

  1. Hola Jorge!
    Me ha gustado mucho tu artículo, gracias!!!
    Te quería hacer una pregunta si no te importa.
    Cuántas biodraminas llegaste a tomar en la travesía?
    Cada cuánto?
    No te daba sueňo? He leído que incluso la biodramina con cafeína da algo de sueňo
    Gracias por tu ayuda!
    Javier

    Responder
    • Para el estrecho me tomé Biodramina con Cafeína. La tomé enl desayuno (con un café ) mínimo 30 min antes…y cada 4-5h habría que volver a tomar. Yo lo crucé en 3h y 28min, solo tomé 1, y me fue muy bien. No me dió nada de sueño, es más, puedo asegurarte que con el frió que pasas (18° el agua) y la adrenalina del cruce no te entra sueño…otra cosa sería que estuvieras enl barco sentado, pero dentro del agua te aseguro que no te entra sueño. No obstante hice antes un par de travesías con Biodramina cafeína para ver qué te sienta bien.
      Conozco un caso, que no tomó Biodramina y a mitad del cruce tuvo que abandonar por mareo.
      Así que que concretando, si, lo recomiendo encarecidamente tomar 30min antes del cruce y repetir la toma cada 4h.
      Un saludo

      Responder
  2. Hola,

    En primer lugar quería saludar a Pedro, pues le escribí hace meses pidiendo asesoramiento para adquiri un Compex tras mi operación de hombro y me atendió genial.

    Quería dar mi opinión, digamos que por “alusiones”. Ya que en algunas cosas este chico me recuerda a mí.

    Acabo de leer esta entrada por casualidad al estar buscando en Google cosas sobre la lesión que he padecido durante casi 12 años hasta ser operado hace 8 meses y que resulta ser la que se describe en la experiencia de este chico. De paso quisiera corregir un error que ha cometido. La lesión es Rotura de labrum glenoideo también conocida como SLAP, como bien dice, de tipo II (hay 4 tipos) con tenidosis bicipital (aquí está el error) y bursitis subacromial. Bien, el error es al decir “tenidosis bicipital”, cuando lo que realmente debería haber dicho que tenía afectada la inserción de la porción larga del bíceps. Es más, la palabra correcta ni siquiera hubiera sido tenidosis sino tenodesis y hace mención a la intervención quirúrgica para solucionar el problema de la porción larga del bíceps: tenodesis bicipital.

    La operación a la que se debería someter este chico consiste en suturar el labrum desgarrado y hacer una tenodesis del tendón de su bíceps, lo que no es otra cosa que cortar el tendón del bíceps donde se inserta con el hombro (porque está hecho jirones) y el trozo de tendón salvado te lo atornillan al húmero. Esto si no eres muy mayor, en tal caso se realiza una tenostomía (te cortan el tendón y dejan la cabeza corta del bíceps sin fijar).

    Yo también he hecho mucho deporte en piscina, en concreto waterpolo, después más gimnasio. En mi caso prece ser que fue haciendo press banca donde empezó el problema y me hice daño de verdad en el hombro izquierdo: estuve un par de años que casi no podía levantar el brazo por encima del hombro ni para acciones cotidianas (quitarme una camiseta por ejemplo o conducir con el brazo izquierdo, eran un sufrimiento). Mis visitas a traumatólogos de la seguridad social fueron inútiles: ni una maldita resonancia me hicieron, solo me decían que era tendinitis o bursitis, que no hiciera tanto ejercicio e intentaban infiltrarme (cosa que no acepté). Como he comentado, yo me he tirado muchos años sufriendo, aguantando el dolor, sufriendo más de lo que debería y pensando que era una simple tendinitis crónica (hielo, ibuprofeno y todo lo que ya conocemos todos)… Aprendí a controlar y no sobrepasar todo lo que me hacía resentirme más de la cuenta: en piscina a partir de 3500m, mal (aunque alguna vez me sentía bien y hacía algún 5000), en el gimnasio press banca y aperturas de pecho con mancuerna en banco plano cargadas, mal (siempre buena técnica y no menos de 12 reps con peso muy controlable), me ina mejor trabajar superseries con menos peso que series de volumen, etc. Mientras tenía cuidado con eso, podía seguir entrenando bastante bien y con un nivel de dolor crónico tolerable… Todo mientras todavía tenía un tono muscular aceptable que al parecer protegía la articulación.

    Pero igual que el chico del relato, pasé por un momento en mi vida en el que tuve que ir bajando mis entrenamientos, incluso del todo en largos períodos de tiempo (meses) y mi forma física se fue al garete. Cada vez que podía intentaba volver a coger el hábito de ir al gimnasio o nadar, pero cada vez era más duro y las recaídas eran peores… Empecé a ver que en ejercicios que antes no me dolía sufría dolores insoportables, como las dominadas (que hacía muchas sin sentir dolor) ahora de solo colgarme ya me hacía ver las estrellas, tras unos días de vuelta a coger la marcha entrenando los dolores eran insoprtables y los tiempos que necesitaba hasta volver al nivel de dolor habitual eran cada vez mayores y tras un par de sustos y haberme hecho seguro privado, fui a un traumatólogo como Dios manda.

    Nada más escuchar mi historial y hacerme un par de tests de movilidad ya me avisó de que, a falta de una artrorresonancia, él ya apostaba por una lesión gorda y no la tendinitis que me decían. Efectivamente, en la prueba se apreciaba un desgarro en el labrum glenoideo degenerativo que necesitaba intervención o a la larga taería más complicaciones y un quiste de líquido sinovial de 2cm.

    La intervención en principio era una artroscopia en la que mediante unas anclas y una sutura volverían a fijar el labrum, de una hora de duración. La operación finalmente duró 3 horas y pico y fueron 2 operaciones. Al meter la cámara en el hombro vieron que además de tener toda la mitad superior anteroposterior del labrum desgarrada (4 desgarros) tenía el tendón del bíceps muy mal, hecho jirones y me hicieron una tenodesis para salvar la cabeza pequeña del bíceps.

    El postoperatorio en principio me dijeron que en 7 meses estaría al 100%. Llevo 8 y todavía no lo estoy. De momento sí puedo hacer natación con algo de molestias al final de la
    Fase aérea de croñ y de espalda (sobretodo) pero estoy nadando 2500-3000. Para no forzar porque al día siguiente el hombro avisa de que no está al 100%. Del gimnasio ya me han dicho que me olvide al menos otros 6 meses.

    Dicho todo este ladrillazo, quiero manifestar mi admiración por este chico, por el tiempazo que hizo con semejante lesión (solo los que la sufrimos sabemos lo que es estar nadando como si llevaras literalmente clavos en el hombro, y la merma funcional) y decirle también que es un inconsciente (igual que lo era yo), aunque imagino que precisamente por el desconocimiento de la gravedad de lo que en realidad le pasaba a su hombro y de lo que le podía pasar forzando de esa manera… Pero sobre todo al médico que le detectó la lesión y le dijo que podía nadar y cruzar el estrecho y no le propuso operarse, habría que denunciarlo por negligente. Si el tendón del bíceps se rompe del todo, no hay solución, se te queda hecho una bola al lado de la zona de flexión con el antebrazo y no hay arreglo, y permitir que le pueda pasar a un chico de 30 años, pues es para flipar… Y si el desgarro del labrum sigue yendo a más (que irá si uno sigue forzando) llega un punto en el que el hombro es totalmente inestable y pueden empezar a sufrir luxaciones de hombro constantes.

    Sé que hace 3 años de el reto de este chico y realmente me gustaría saber qué tal le ha ido su hombro en este tiempo, si se operó, si no… Y también el programa de electroestimulación que le recomendó Pedro.

    Un saludo a todos.

    Responder
    • Gracias por tu comentario Dani
      Por mi parte, este fue un caso muy especial porque era un reto muy difícil. Conseguimos con mucho cuidado pero mucha eficiencia, volver funcional su musculatura y articulaciones. La prueba está en el reto que consiguió.
      Un saludo y gracias por tu comentario.

      Responder
    • Gracias Pedro¡¡ Feliz año a todos¡¡ Doy fe…”si se quiere se puede”; animo para todos aquellos que se hayan marcado un reto para este año¡¡ Los limites se los pone uno mismo…

      Responder

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